Premio Movie City en el Festival Internacional de Mar del Plata, “Puerta de hierro, el exilio de Perón”, con guión de Víctor Laplace y Leonel D'Agostino, guarda semejanza, demasiado evidente para que pasara en blanco, con "Memorias del general" y "Las vidas del general", libros en los cuales el periodista Tomás Eloy Martínez, luego de cuatro días de entrevistas con el político argentino, foca a ese y a la misma Quinta 17 de Octubre, del barrio madrileño de Puerta de Hierro, donde "El Viejo" manejaba los destinos políticos de su nación hasta que volviera para gobernarla por tercera vez en el 1973 y se muriera el próximo año.
La primorosa fotografía de Diego Poleri y la reconstrucción histórica eficiente aunque sencilla y que, según declaran sus guionistas, consulta a Norberto Galasso y Pablo Feinmann, llegan a acercarse a lo documental, por lo parecido de los personajes a los seres históricos en los cuales son inspirados. Así, líderes de izquierda, militares, peronistas, sindicalistas y opositores comparten la pantalla con otros roles más cercanos a lo protagónico: Victoria Carreras como Isabelita, Javier Lombardo como el empresario Jorge Antonio y Manuel Vicente como el odontólogo y ex presidente Héctor Cámpora.
Sin embargo, la cuidadosa formación del reparto no impide momentos de over acting protagonizados por Fito Yanelli, como “el brujo” López Rega, y por el propio director y actor Laplace, en el papel de Perón. El cameo de Federico Luppi como el médico catalán Doctor Puigvert es bien puesto pero el destaque de la cinta en actuación va para Natalia Mateo en el rol de la sastre madrileña Sofía, personaje que nos recuerda al periodista Martínez debido al tema de las grabaciones que ese realiza a fin de escribir una biografía de Perón, trabajo de lo cual acabará por desistir. Es que la chica le regala al General un grabador de cinta del tipo Geloso, para que registre sus historias desde una perspectiva personal.
Empeñados en eso, Laplace, también codirector, junto a la dirección de Dieguillo Fernández, buscan reconstruir ficcionalmente a lo poco que han podido juntar del íntimo Perón histórico. En la crítica de Pablo Cinelli para el sitio Página 12, el gran pecado de la película viene de su lectura política: “condescendiente y superficial al narrar una suerte de historia oficial que nunca se propone ir más allá. El resultado es un relato tibio, que no se atreve a juzgar al prócer […] retrata a Perón como víctima de su entorno, como si él mismo no hubiera sido artífice y actor principal de ese escenario”.
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