El lunes, 23 de abril, se estrenó en la Sección Oficial del XV Festival de Málaga la película Memoria de mis putas tristes, dirigida por Henning Carlsen, y basada en la novela homónima de Gabriel García Márquez. Pero lo que logra Márquez en su ficción – hablar de las interdicciones al amor y del aspecto narrativo que implica, tal como se pasa con la memoria – no queda muy aclarado en la adaptación fílmica.
Esa peli rodada en México muchas veces ha necesitado ocultar su título debido a los prejuicios de quienes aún confunden el arte con la vida. Es que la contemplación de la niña dormida opera, para “El Sabio”, un anciano periodista vivido por Emilio Echevarría, como las madelaines funcionan para Proust: desencadenar los recuerdos y las reminiscencias.
Ocurre que el actor responsable por encarnar el personaje central cuando joven tiene actuación muy débil, perdiendo la fuerza dramática capaz de entregar al viejo la capacidad de enamorarse a los 90 años. De verdad que el punto alto de la cinta son las actrices.
Y allí nos regalamos con Geraldine Chaplin, en la piel de la cafetina Rosa Carbacas; Olivia Molina, como la prostituta que más quiere al protagonista, y la madre de esa actriz, Ángela Molina, como el mismo personaje en la viejez. Aún están muy bien: Paola Medina, como la virgen Delgadina, y Dominika Paleta, como Ximena, la novia abandonada en el altar por “El Sabio”.
Junto a la excelente fotografía, esas actuaciones hacen con que la cinta no esté mal. Pero no la libran del mito de que una adaptación casi nunca haga justicia al texto original en lo cual se basa.
Trailler oficial:
Para mí es bastante peor de lo que pinta esta crítica... el ritmo es el del tiempo del aburrimiento, el protagonista cuesta a entrar en el papel y por lo tanto en la primera hora el personaje carece de verdad. Además, la fotografia esta bien, pero tampoco es espectacular, simplemente más de lo mismo.
ResponderEliminarLa historia se transforma en algo bastante indigesto y me ha dado coraje ver que tantas mujeres en el cine ansiaban por ver el viejo redimir sus pecados de una vida vacía en la piel de la adolescente.