domingo, 14 de octubre de 2012

De literatura y trilogías: Yerma de Lorca y Pilar Távora



Yerma (1934) es una tragedia rural de Federico García Lorca que, junto a Bodas de sangre (1933) y La casa de Bernarda Alba (1936), integra lo que algunos críticos consideran la "trilogía de mujeres del pueblo" del autor. 


La obra gira en torno a la frustración de la campesina Yerma debido a la impotencia de su marido, Juan. La protagonista acaba por matarlo, ya que así tendría hijos con otro hombre sin traicionarlo y sería madre como las otras mujeres del pueblo en lo cual se ambienta su historia, más precisamente, Almería.


Al lado de la referencia al mundo rural andaluz, ese drama contempla mitos seculares, por ejemplo, de Madre-Tierra, del agua que fecunda, de la mujer inhabitada, del milagro cósmico de la concepción. Además la poesía que impregna el texto se mescla a la inserción de canciones que también lo embellecen de forma magistral.


Haciendo justicia al trabajo de Lorca, a lo cual se muestra bastante fiel, la película Yerma fue rodada en 1998 durante el centenario de nacimiento del dramaturgo granadino. El guión de Pilar Távora adapta el drama correctamente, dándole el ropaje austero y sencillo que le es característico. Pero creemos que han faltado recursos a la producción: hay escenas cuyo fondo parece hecho de cartón y detalles que no esconden una pinta de juguete. 


Hay que destacar entretanto las actuaciones principales de Aitana Sánchez Gijón y Juan Diego. Ella nada pierde para actrices que vivieron Yerma en el teatro, tales como Aurora Batista dirigida por Luis Escobar en 1960 y Nuria Espert en el histórico montaje de 1971, bajo mano de Víctor García. Sin olvidar las brillantes protagonizaciones de Amparo Marín y Silvia Marsó puestas en escena por Miguel Narros en los respectivos años de 1997 y 2012.


En la primera de esas direcciones de Narros, María Galiano ocupó el rol de la vieja pagana. La misma actriz se vale de su experiencia interpretando a la impagable Dolores en la cinta de Távora donde, por su parte, Juan Diego impone su acento sureño al convincente papel del infértil marido.

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