El éxito y el fracaso no siempre son lo que parecen. Es lo que cree Raúl Arévalo y lo que plantea "La vida inesperada", la película de Jorge Torregrosa, ambientada en Nueva York, que protagoniza junto a Javier Cámara y que llegó a los cines en la semana pasada. El actor madrileño de 34 años interpreta a un asesor financiero, a punto de casarse, a quien todo en la vida parece irle viento en popa, frente a su primo Juanito (Cámara), que lleva diez años persiguiendo el éxito en la Gran Manzana."Yo no sé lo que es el éxito", señala el actor a la periodista Magdalena Tsanis.
"Pienso en estrellas del fútbol, como Cristiano Ronaldo, que con 25 años viven en un chalet gigante, van y vienen a entrenar, se mueven en fiestas privadas, pero ni se pasean por Gran Vía, ni van al cine, ni ven a uno pidiendo. Yo eso ni lo tengo ni lo quiero tener nunca", asegura.
Él es más de tierra firme. "A veces soy humilde y a veces tengo un ego tan grande como todos, pero sí es cierto que me rodeo de gente que no tiene nada que ver con esto, y eso ayuda", concede. Ha pasado más de una década desde que se dio a conocer con un papel de chico malo, Carlos Medina, en la serie de televisión "Compañeros".
La revelación en la gran pantalla llegó gracias a Israel, el amigo de Quim Gutiérrez en "Azuloscurocasinegro" que se pasa las horas espiando al vecindario desde la azotea de su edificio. A partir de entonces se hizo imprescindible de su director, Daniel Sánchez Arévalo, con quien repitió en "Gordos" y de paso se llevó el Goya al mejor actor de reparto, y de nuevo en "Primos", en la piel de ese "Sardinuca" macarra empeñado en seducir a Clara Lago.
No puede decirse que le vaya precisamente mal. Considerado uno de los mejores de su generación, este año tiene previsto estrenar "La isla mínima", de Alberto Rodríguez, la comedia generacional "Las ovejas no pierden el tren", con Inma Cuesta, y la comedia sobre la crisis "Murieron por encima de sus posibilidades" de Isaki Lacuesta.
"Tengo curiosidad y ganas de búsqueda en general. Por eso me gusta tanto el oficio, de todos los personajes aprendes algo", subraya. Un oficio del que se enamoró a los 17 años, viendo películas de Martin Scorsese o John Casavettes, aunque si un personaje le inspiró, recuerda, fue el de Daniel Day Lewis de "En el nombre del padre".
Al público se lo ha ganado sobre todo por su faceta más cómica, pero también ha demostrado talento para papeles más dramáticos, como aquel sacerdote de "Los girasoles ciegos" (2008), un lado oscuro en el que le volveremos a ver, a partir de septiembre, en "La isla mínima" .La trama sitúa a dos policías, a principios de los ochenta, en un pueblo de las marismas del Gualdalquivir para investigar el caso de dos adolescentes desaparecidas. "Es una película que va a estar muy bien", afirma mientras se le escapa una sonrisa de satisfacción.
Con todo, Arévalo nunca ha ocultado que su mayor sueño es dirigir. Ya lo ha hecho en teatro con pequeñas piezas como "Nosotros 2023", y lleva un año tratando de sacar adelante un guión cinematográfico del que sólo concede revelar que está entre el thriller y el drama."Es un momento difícil para levantar una película pero hay que luchar por ello, y en ello estoy", señala. "Siempre soñé con ser director, desde pequeño, tengo una cosita ahí y hasta que no lo haga no me la quitaré".
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