El director catalán Joan-Marc Zapata ha estrenado este viernes en el Festival de San Sebastián su ópera prima, "El color del cielo", una película protagonizada por Marta Etura y Francesc Garrido, que no ha recibido ni un euro de ayudas públicas pero que habría tenido "los mismos planos" de haber contado con quince millones.
Zapata (Barcelona, 1989) lo afirma categórico en una entrevista con Efe, en la que le acompaña la actriz donostiarra, unas horas antes de inaugurar la sección Made in Spain con su primer largometraje, rodado íntegramente en Suiza.
Recuerda unas palabras de Robert Rodríguez que se le quedaron grabadas en su día cuando el realizador estadounidense dijo que puso en marcha ‘El mariachi’ tan solo ‘con una tortuga y una pistola’.
Él, tras un proyecto frustrado que quiere retomar ahora, decidió enfrentarse a "El color del cielo" pese a que sólo disponía de un hotel, donde ya había rodado un cortometraje, un barco y un máximo de tres actores.
El resultado es una coproducción hispanosuiza, de cuyo reparto también forman parte Carlos Leal, Agustina Leoni, Daniel Rohr y Pino Montesdeoca, y que narra el reencuentro entre Olivia Brontë, una actriz de fama internacional, y Tristán del Val, un filósofo muy reconocido, especialmente por un libro, pero que no ha vuelto a escribir.
Zapata explica que prefirió no iniciar la gestión de subvenciones públicas porque iba a emplear un tiempo para acabar llegando ‘al mismo sitio’, pues creía muy difícil conseguir esas ayudas, principalmente por haber estado muchos años fuera de España.
‘Con 23 años me mudé a Estados Unidos y he estado fuera del circuito, nadie me conoce’, asegura Zapata, que comenta que incluso el director del Festival de San Sebastián, José Luis Rebordinos, le preguntó "de dónde" había salido.
El realizador barcelonés formó parte del Jurado Joven del certamen donostiarra hace varios años y su sueño era poder volver algún día al Festival con un trabajo propio. ‘Tenía muy claro que tenía que ser San Sebastián. De hecho, el mejor momento de todo el proceso de la película fue recibir la llamada de Rebordinos para anunciarme que la película estaba seleccionada’, afirma.
Prefiere no desvelar el coste de esta producción independiente que le ha permitido ‘sentirse muy libre’ y que rodó en diecisiete días.
‘Es el rodaje más corto que he hecho en mi vida’, afirma Marta Etura, que asegura que para ella es ‘una felicidad y un orgullo haber sacado las cosas adelante’ después de haber vivido todos ‘en la incertidumbre’ a causa de la pandemia, que retrasó el rodaje de otro de 2020 a mayo de 2021.
‘El hecho de trabajar en un proyecto como éste, que para muchos era el primero y en el que se ha puesto tanta energía, me ha apasionado, me han contagiado la pasión’, remarca la actriz, a la que le apetecía "dar el cambio" a este cine ‘más de autor’ tras la trilogía del Baztán, ‘que es todo lo opuesto’.
Asegura que ha sido ‘un placer’ haber trabajado ‘a un ritmo muy distinto a la narrativa actual, en el que Zapata se permite planos largos para conversaciones pausadas’.
Tanto actriz como director expresan el dolor que supuso para ambos tener que prescindir durante el montaje de la ‘escena favorita’ para todo el equipo. ‘Perjudicaba el final de la película, que era realmente importante’, precisa Zapata.
El realizador catalán dice que su ópera prima no es una historia de amor. ‘El amor es la trama pero no el tema’, añade sobre este filme que pone a los dos protagonistas frente a frente para que sean el uno el espejo del otro y que opta ‘por la estimulación intelectual más que sexual’.
‘Son dos personas que no han vivido la vida que deseaban, sino en función de lo que los demás esperaban de ellos y no se habían preguntado hasta qué punto habían sido fieles a sí mismos’, manifiesta la actriz.
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