sábado, 5 de octubre de 2013

El español Javier Rebollo estrena “El muerto y ser feliz” en MoMA de Nueva York


Frente a la discusión en la facción más radical y experimental del cine español sobre las "películas para museos", Javier Rebollo, que estrena estos días su cinta "El muerto y ser feliz" en el MoMA de Nueva York, reflexiona sobre cómo "el cine como espectáculo gregario o popular se ha perdido".


Jaime Rosales estrenando "Tiro en la cabeza" en el Reina Sofía de Madrid; Isaki Lacuesta desdoblando a Miquel Barceló en "Los pasos dobles" y "El cuaderno de barro"; Albert Serra enseñando su obra cinematográfica en el Pompidou de París y ahora, hasta el día 7 de octubre, Javier Rebollo proyecta en el MoMA su última película. Y así, la llamada "línea dura" del cine español, la que juega con las formas y se salta a menudo las leyes de la narrativa sin concesiones con el espectador, ha encontrado en los museos uno de sus ecosistemas naturales.


Rebollo se considerar con un pie en lo "underground" sin abandonar las ambiciones de tener el dinero que posibilita una estética "operística", división que le hace esperar que el público de un cine convencional se siente a ver "El muerto y ser feliz", la película que dio el Goya y la Concha de Plata en San Sebastián al actor José Sacristán y se llevó en ese festival el premio FIPRESCI.


"El cine como arte de museo está salvado", pero el aspecto del cine "como espectáculo gregario popular lo hemos perdido", aseguró en una entrevista con Efe. "El MoMA es genial por una razón. Son los primeros que se dieron cuenta de que había que proteger las películas (...) Pero más me apetece que pongan la película en Nashville en un centro cultural o en un cine de barrio. Esa es la batalla que está perdida", aseguró.


La historia de "El muerto y ser feliz" se bifurca en lo que se ve en la pantalla y lo que narra la voz en "off". Un juego de percepciones que van definiendo el camino de ese moribundo que es José Sacristán pero que no actúa como tal y que viaja por una Argentina que va cambiando en esa carretera que recorre el protagonista durante 6.000 kilómetros.


La pregunta es, ¿qué pensarán de ella los estadounidenses? "La película es muy yanqui en un sentido reaccionario", aseguró su director. "Aunque exista 'El Quijote' antes, la 'road movie' la inventaron los americanos. (...) pero me gustaría que alguien emprendiera un viaje porque sí, no por algo grave. Por eso me parece que el movimiento para el olvido tiene un punto reaccionario. Me gustaría que la gente tomara decisiones sin que alguien le empujara totalmente", aseguró.


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