“Un suave olor a canela” y otras sensaciones que se entierran bajo la piel ¿Realidad o ficción? Un suave olor a canela pone de manifiesto el conflicto interno de Valia, la protagonista, quien vive por y para su trabajo como “creadora”.
Una “artista” que convierte la realidad en un lienzo que poco a poco se mancha con pequeñas pinceladas del entorno. Una vida monótona que cambia en el momento en que le conoce a él, completamente opuesto a ella, y le enfrenta a lo que sucede en realidad y lo que ven sus ojos.
Los cines Broadway acogieron la noche del jueves, 24 de octubre de 2013, la proyección de la película Un suave olor a canela, de Giovanna Ribes. La directora quiso apuntar con antelación que su obra está hecha para “abrir el corazón” al público a través de todos los sentimientos, las emociones y las sensaciones.
Un mundo sensitivo en el que sumergirse, un mundo de “cosas que llegan a la piel y entran dentro”. Y que por ello, no se trata de una historia de A + B = C.
Durante el coloquio que se celebró después, cineasta y público analizaron el largometraje a fondo, rescatando del plano psicológico aquellos matices que Giovanna quería desvelar.
La directora confesó que las personas que trabajan en la industria audiovisual tienden a ver su vida como una película, como un conjunto de escenas fragmentadas entre las realidades de cada persona, cada situación que ocurre a su alrededor; y que, en parte, esta película es tan solo una muestra de su vida o de lo que ha sentido en ella.
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